Existe en psicología dos sufijos que suelen confundirse: fobia y filia. Al referirnos a una fobia, resulta bastante evidente que hablamos de algo que crea rechazo, como es el caso de la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), la aracnofobia (miedo a los insectos) y numerosos otros casos.
Al hablar de filia, hablamos de atracción. Por ejemplo, la colombofilia, qué es la atracción por las palomas o la zoofilia, que, de nuevo es la atracción por los animales en general. Frecuentemente, la terminación filia se suele asociar con alguna desviación, trastorno u obsesión sexual, como las parafilias o la pedofilia, entre otras.
Sin embargo, al hablar de tactilofilia, nos referimos a la necesidad de tocar. Por ejemplo, una persona que pasea por una tienda y tiene la necesidad de tocar todas las prendas, o al caminar próximo a una pared siente la necesidad de ir tocándola.