Por qué somos como somos

Por qué somos como somos

Por qué somos como somos

Con frecuencia los padres y madres suelen cuestionarse por qué sus hijos son como son. Muchas veces, la presión social les incentiva a pensar que las malas conductas de sus hijos e hijas se deben a que son malos padres o madres. 

Aunque la educación es importante, existen otros factores que determinaremos que cada ser humano es distinto a los demás.  En el siguiente artículo revisaremos los motivos por los que somos como somos.

En la segunda mitad del siglo XX, el modelo biomédico tradicional perdía adeptos. La salud ya no era la simple ausencia de enfermedad, sino que se precisaban definiciones más amplias y complejas. La actitud del paciente ante su enfermedad, por ejemplo, cobraba importancia. Era necesario un modelo mayor, más integrador y dinámico que explicara por qué enfermamos. 

En 1977, el psiquiatra americano George L. Engel publica en la revista Science el artículo “The Need for a New Medical Model: A Challenge for Biomedicine”. El autor resumía su artículo diciendo “El modelo de enfermedad dominante en la actualidad es el biomédico y no deja lugar en su marco para las dimensiones sociales, psicológicas y conductuales de la enfermedad. Se propone un modelo biopsicosocial que proporciona un plano para la investigación, un marco para la enseñanza y un diseño para la acción en el mundo real de la atención de la salud.

Desde entonces, este modelo se ha ido adaptando y varias disciplinas, como la psicología positiva, han realizado interesantes aportes. 

Desde este modelo, en la enfermedad y la salud intervienen 3 factores: biológicos, sociales y psicológicos.

Factores biológicos

Desde el momento en que el espermatozoide penetra en el óvulo, quedamos definidos. Nuestra genética determinará nuestro color de ojos, el tono de nuestra piel, nuestra complexión, y nos predispondrá a sufrir determinadas dolencias. 

¿Hasta que punto nos afectan los factores biológicos? Muchas personas desarrollarán enfermedades a lo largo de su vida, que se saben que son hereditarias. Pero pensemos más allá de la mera salud o enfermedad. Por ejemplo, pensemos en la altura. Se sabe que existe cierta predisposición social a favor de las personas altas, igual que sucede lo opuesto hacia las personas obesas. Será pues, más sencillo para una persona, obtener más facilidad para lograr el acceso a un puesto laboral si es alto o no es obeso. Siguiendo con el tema de la altura, solemos generar mayores vínculos emocionales, especialmente amorosos con personas de alturas parecidas. Resulta poco frecuente ver parejas formadas por personas muy altas y muy bajitas a la vez. Por ello, es muy probable que acabemos casándonos con una persona de una estatura similar a la nuestra. 

Esto por no hablar de los prejuicios raciales o de género. 

Factores sociales

Sin embargo, ha quedado bastante definido que la genética, por sí sola, no es 100% determinante. Otros factores como el estilo educativo familiar, la educación escolar, las amistades y nuestras experiencias en general serán altamente determinantes en cuanto a la salud se refiere. Por ejemplo, nuestra genética puede predisponer que mediremos 1,70 metros, pero una hambruna infantil y sufrir raquitismo no permitirán a ese sujeto a alcanzar la altura prefijada genéticamente. 

¿Hasta que punto son importantes los factores sociales?

La capacidad de los padres para empatizar, establecer límites, proteger a sus hijos, son factores que determinarán determinados patrones de personalidad. Igualmente, es más fácil encontrar adultos con trastornos mentales si han sufrido experiencias traumáticas en la infancia. El acoso escolar, sin ir más lejos, determinará en gran medida la manera de ser de una persona, llegando inclusive a ser causa de suicidio. Las amistades, igualmente, marcarán la facilidad o no de caer en el alcohol y las drogas, o, por el contrario, de ser un joven tranquilo o deportista. Incluso la posición que ocupamos entre nuestros hermanos marcará nuestra forma de ser. 

Una sencilla forma de explicar esto es por medio de la alegoría de la mesa en el bistró en París: 2 personas almuerzan en el mismo café, la misma comida, en la misma mesa, uno frente al otro. Uno mira hacia la torre Eiffel, disfruta contemplando el deambular de los viandantes y el ajetreado ulular de las palomas. El otro está sentado mirando a la cocina del restaurante. ¿Quién tendrá, con más seguridad, una experiencia inolvidable?

Factores psicológicos

Son los que provocan más controversia, aunque queda claro que la personalidad, las expectativas, nuestra manera de vivir las emociones, la autoestima, nuestras fortalezas y debilidades, van a resultar vitales en lo que a nuestra salud mental y física se refiere. 

Varios estudios con gemelos demuestran que ni los factores biológicos ni los sociales explican por ellos mismos nuestra forma de ser. Por ejemplo, no todos los hijos de padres alcohólicos serán adultos alcohólicos, ni todas las personas que han vivido un conflicto bélico padecen estrés postraumático. 

Pero tampoco podemos caer en la postura inocente y simplista actual del “positve Thinking”, por la que, sólo deseando algo seremos capaces de alcanzarlo, como sucede en muchas películas Disney, por ejemplo. 

Para lograr un gran deportista, y sirva de ejemplo la figura de Rafa Nadal, hace falta la conjunción de aspectos fortalecedores en los 3 factores: una adecuada genética, un apoyo social y una actitud personal predispuesta. 

¿Cuánto determinan nuestra forma de ser los factores psicológicos?

El locus de control es uno de esos aspectos difíciles de explicar, pero que forman parte de nuestra personalidad. Mientras que algunas personas justifican lo que les sucede siempre apelando a aspectos que caen fuera de su control (la suerte, la forma de tratarle los demás, la situación política…) otros se ven dueños de su destino (yo puedo). Estos últimos seguramente acaben siendo profesionales más exitosos, que ganen mejores sueldos. También existen personas que tienen a dejarse llevar por la tristeza, viviendo la vida como un calvario, pesimistas crónicos. La posibilidad de encontrar pareja en estas personas es menor que en aquellos que poseen una actitud más proactiva y optimista. Las personas con un buen sentido del humor disfrutan más, se sienten más felices y padecen menos enfermedades crónicas. 

En definitiva, podríamos concluir que los tres factores son vitales y explican en parte cómo somos. Pero en último término, el factor que más determina nuestra forma de ser es cómo nosotros queremos ser. O tal vez es el factor sobre el que más podemos incidir, puesto que nuestra genética podemos alterarla poco, y muchos de los factores sociales que influyeron en que sea como soy se dieron en el pasado, momento al que yo no puedo volver. 

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