Las emociones

Las emociones ¿Cómo funcionan?

Que las emociones son “la sal de la vida” es algo indiscutible: ríes cuando te cuentan un chiste y disfrutas saliendo con tus amigos. Lloras cuando fallece tu perro. Te enfadas con el vecino que aparca mal. Te enamoras perdidamente, pero sientes celos. Envidias el ascenso de un compañero y te frustra tu situación laboral…

Diariamente sentimos miles de emociones. ¿Cómo funcionan?

Que las emociones son “la sal de la vida” es algo indiscutible: ríes cuando te cuentan un chiste y disfrutas saliendo con tus amigos. Lloras cuando fallece tu perro. Te enfadas con el vecino que aparca mal. Te enamoras perdidamente, pero sientes celos. Envidias el ascenso de un compañero y te frustra tu situación laboral… Diariamente sentimos miles de emociones. ¿Cómo funcionan?

Lo primero que el cuerpo percibe son sensaciones. Estas están asociadas a los sentidos: vista, gusto, tacto, olfato y gusto. En nuestro cuerpo existen miles de receptores especializadas que  reciben la información del entorno. Los conos y los bastones de la retina son los encargados de informar del color y de la luz. Bajo nuestra piel, miles de receptores informan del roce más leve hasta presión fuerte, el movimiento y la posición, el frio y el calor o el dolor. Las papilas gustativas nos informan de los que comemos, y junto al bulbo olfatorio son fundamentales en la alimentación. El oído, además de los sonidos, posee un complicado sistema para controlar el equilibrio y nuestra posición en el espacio.

Esa información llega al cerebro, que la analiza, y nos ayuda a responder. Muchos de estos sentidos hacen una parada en zonas subcorticales, es decir, por debajo de la corteza cerebral. Concretamente, en una parte central del cerebro, que se conoce como sistema límbico. Este sistema está integrado por varias formaciones neuronales bien definidas en forma, como son el tálamo, el hipotálamo, la amígdala y el hipocampo, entre otras. Desde estas áreas centrales se trasmitirán por toda la corteza, a las áreas primarias sensoriales, el lugar en que se empezará a dar significado a esas sensaciones. Luego pasarán a áreas de lóbulo frontal, donde se le concederá un significado a eso que se está sintiendo. 

Pero volvamos al sistema límbico, que es lo que interesa. Las sensaciones son efímeras, apenas duran unos pocos segundos. Pero en el sistema límbico se les da un significado, y aparecen las emociones. Resulta complicado diferenciar entre emoción y sentimiento, pero valga decir que las emociones son más “viscerales”, breves, innatas y universales, mientras que los sentimientos incluyen cierto nivel de razonamiento, son personales, y se van aprendiendo con el tiempo. Además, pueden durar mucho tiempo, como es el caso del amor o la amistad. 

Cuando los bebés llegan al mundo sólo manejan 2 emociones: placer y displacer o desagrado: estar sucio es molesto. Comer da gusto. Posteriormente se van complicando las emociones. Tradicionalmente se ha dicho que existen 6 emociones primarias: alegría, asco o disgusto, tristeza, rabia o ira, miedo y sorpresa. Cada alegría se asocia con un gesto o una cara, incluso con un color. Y es así para casi toda la humanidad. Parece ser que estas emociones son la base de la socialización, que gracias a ellas podemos vivir en sociedad, y que aparecieron cuando los mamíferos empezaron a tener que vivir de manera gregaria, formando un conjunto, una manada. Dentro del conjunto, los mamíferos que expresaban y entendían esas emociones eran capaces de relacionarse mejor. Se sabe que los perros, los gatos o los delfines pueden expresar emociones, como la alegría, la tristeza o la ira. 

Las emociones Cómo funcionan

Las emociones cumplen, incluso hoy en día, un importe papel en la sociedad, y dentro de cada uno de nosotros. Repasemos esas funciones:

  • Ira, rabia o enfado (rojo): ante situaciones molestas, que no toleramos adecuadamente, el cuerpo va presentando una emoción molesta, desagradable, que nos predispone a actuar para escapar de esa situación.
  • Tristeza (azul): esta emoción la sentimos fundamentalmente cuando tenemos una pérdida, de un ser querido, de un objeto o una experiencia. Nos ayuda a valorar lo que tenemos.
  • Asco (verde): es una emoción visceral que ayuda a prevenir enfermedades o peligros. Suele basarse en sensaciones olfativas y gustativas, y previene de comer algo en mal estado, por ejemplo.
  • Miedo (negro): Fundamental para la supervivencia, el miedo nos avisa de los peligros. Cuando sentimos miedo suele existir algo potencialmente dañino, que pone en riesgo nuestra integridad. Por ejemplo, conducir a altas velocidades nos dará miedo, igual que una gran altura, pues son situaciones de riesgo
  • Sorpresa: aparece ante algo novedoso, que asombra y despierta nuestra curiosidad y nos empuja a querer saber más. Es la fuente del aprendizaje. Sin asombro ni sorpresa no querríamos aprender más.
  • Alegría (blanco o brillante): la emoción más buscada, pues es la más agradable. Sentir alegría es sinónimo de placer, sentirse en equilibrio, haber obtenido una meta o un beneficio.
  • Hay quien dice que el amor es también una emoción básica: señalaría el deseo por estar con otra persona, de ser amigos o incluso pareja. 

No debemos rehuir las emociones. Más bien, al contrario. Debemos reconocerlas, comprenderlas, averiguar porqué las sentimos, y ver qué debemos hacer. Normalmente, con actuar en consonancia y proseguir nuestro camino.

El problema está cuando o no las comprendemos o cuando las rechazamos. En ese caso, ignoramos el motivo de su aparición, y podemos poner en riesgo nuestra integridad. Por ejemplo, acercarse a un animal desconocido, comer un producto peligroso, no valorar lo que tenemos y que podemos llegar a perder, no reaccionar cuando nos sometemos a situaciones de presión…

Existe un trastorno mental, la alexitimia, que consiste en la incapacidad de leer las emociones en nosotros y en los demás. Se caracteriza por varios síntomas, como la incapacidad para detectar sus propias emociones y de ser empáticos, se insensibles ante las emociones ajenas, tener muchas dificultades para fantasear (la alegría nos hace volar), carecer de deseo sexual, gran impulsividad, porque no manejan los tiempos propios de las emociones (por ejemplo, si vemos llorar a una persona respetaremos su tiempo, pero una persona con alexitimia no reconoce la emoción y no comprende que requiera un tiempo. 

También en los Trastornos de Espectro Autista (TEA) aparecen dificultades en detectar las emociones propias y ajenas. 

Cuando las emociones se racionalizan, suelen convertirse en sentimientos, que duran mucho más tiempo que las emociones, son complejas, pueden contener varias emociones y niveles de estas interrelacionados. 

Resultaría complejo valorar la labor de un solo científico que haya analizado y valorado las emociones. Por eso, en esta ocasión, los que se llevan el mérito son los cientos de miles de poetas, dramaturgos, novelistas, literatos, músicos, directores de cine, actores, etc. que han puesto sus creaciones al amparo de las musas, y son los más grandes valedores de las emociones. 

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