¿Es bueno el sentido del ridículo?

De toda la vida se ha comentado: “no te pongas eso que vas a hacer el ridículo”, o “así vas haciendo el ridículo”. ¡Qué vergüenza!

La palabra ridículo, proviene del latín ridiculus (que parece un hechizo de Harry Potter). Tiene varias acepciones, pero en este caso significa:

1. Que por su rareza o extravagancia mueve o puede mover a risa. 
2. Extraño, irregular y de poco aprecio y consideración.

Es un adjetivo, que califica a las personas, las cosas o las situaciones, que se verían raras, extrañas, y que pueden provocar risa. 

Entonces, ¿qué hay de malo en parecer ridículo? En principio nada, pero “hacer el ridículo está unido a la vergüenza. 

La vergüenza también proviene del latín verecundia. Significa:

1. Turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante. 
2. Turbación del ánimo causada por timidez o encogimiento y que frecuentemente supone un freno para actuar o expresarse. Le da vergüenza hablar en público

Esa turbación del ánimo, actualmente se llama “ansiedad”. En otras palabras, sentimos ansiedad y malestar por que anticipamos que vamos a cometer un error, que vamos a fallar, y haremos el ridículo. La consecuencia es que no lo hacemos (supone un freno) no nos arriesgamos, dejamos pasar la oportunidad. Y de esa manera, el miedo a fracasar, a hacer el ridículo, al “qué dirán”, a la vergüenza sale victorioso, y nuestra autoestima y sensación de capacidad se vienen abajo. 

¿Alguna solución? 

Efectivamente, arriesgarse, actuar, hacer, sin miedo, dejando al lado la vergüenza y el ridículo. En otras palabras, hacer el ridículo de manera voluntaria, llamado la atención, generando vergüenza, por que ¿Qué más da lo que opinen los demás? Si yo estoy seguro, nada. En caso contrario, es que necesito que los demás reafirmen mi autoestima, y dentro de mí algo no está bien del todo. Como quien necesita un like en la redes sociales para reafirmar su autoestima.

Debemos educar a nuestros hijos libres de miedos, crecer arriesgándose a experimentar y probar cosas nuevas, sin miedo, sin vergüenza, sin miedo al ridículo. 

Erradiquemos el ridículo de nuestra vida, dejemos de juzgarnos y de juzgar a los demás. Que cada uno viva libre según sus deseos.