Sois muchos los que estos días nos estáis contando que estáis cansado, como “flojos”. Y es bastante normal. Simplemente padecéis los síntomas propios de la primavera, denominados “astenia primaveral”.
La palabra astenia proviene del griego, y textualmente significa “ausente de fuerza”. Y esa es la característica principal de este problema. La astenia es la carencia de fuerza, un sentimiento de flojera, menor energía, sensación de fatiga. Para que nos entendamos, es como haber hecho mucho ejercicio, pero sin haberlo hecho.
Esta sensación es más propia en las mujeres que en los hombres (o tal vez nosotros nos hacemos más los “machotes”), en personas de entre 20 y 50 años y puede oscilar a lo largo del día. Por ejemplo, en algunos casos la falta de energía será mayor por las mañanas, mientras que para otras personas será más acuciada por la tarde.
El origen de la astenia, en general, puede deberse a factores psicológicos, como el estrés o la depresión, a enfermedades médicas como la anorexia, la anemia, el celiaquismo, la fibromialgia o el lupus, o a factores concretos, como situaciones de mucha actividad o a momentos estacionales, en que el cuerpo debe adecuarse a cambios externos, como en el caso que nos ocupa, la primavera.
Para evitar esta astenia primaveral, es fundamental cuidar nuestros hábitos, intentando conservar unos hábitos equilibrados de sueño, en la alimentación y en el ejercicios: comidas que incluyan frutas y verduras, en horarios adecuados, horarios de sueño correctos, ejercicios físico frecuente y moderado… Además, es importantísimo hidratarnos correctamente. Se cree que el motivo principal de la astenia primaveral es una moderada deshidratación, causada por los cambios de temperaturas propios de estas fechas.
En general es algo pasajero, pero si los síntomas de falta de energía, apatía o debilidad persisten, es importante acudir al médico, que nos recomendará las mejores medidas a tomar.
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